domingo, 18 de marzo de 2012

II. La Independencia

La España que se lanza a la conquista de ultramar, era un país
asedíado por una fuerte crisis interna. España vivía la época del
metalismo. El oro y los metales preciosos formaban parte de la
columna vertebral de esas economías. Las riquezas de las naciones
dependían de la capacidad de compra que estas manifestaban para
acceder a las materias primas.
El descubrimiento de América abrió una fuerte competencia en
el Océano Atlántico entre España, Inglaterra y Portugal. El comercio
español era realizado en grandes galeones. De América se llevaba el
café, el cacao, el tabaco, el algodón, el caucho, el oro, las esmeraldas,
las perlas y muchas otras cosas más.
El comercio estuvo asentado en una estructura económica y
social de dominación. Al comienzo los indígenas eran sacrificados en
la extracción de perlas en las islas de Cubagua, Coche y Margarita. El
modo de producción era el esclavista. España había legislado cuando
se intensificó el atropello contra los indígenas para que estos fueran
considerados como vasallos. Sin embargo la apetencia del colonizador
era infinita, las leyes eran irrespetadas por doquier.
  
La conquista y la colonización de América por España fue
llevada básicamente por hombres que encontraron su libertad
embarcándose en las carabelas de Cristobal Colón y de Américo
Vespucio; lo anterior señala que no fue lo mejor de España lo que vino
al Continente Américano.
Los hombres que conquistaron y colonizaron América tenían un
norte claro, igualarse socialmente en una sociedad cerrada y
dominada por la inquisición. Estos hombres trajeron desde el viejo
mundo sus instituciones, sus creencias y su cultura.

A los ojos de los Reyes Católicos América no era más que un fiel
surtidor de metales preciosos. La economía que se practicó acá fue de
extracción. En el caso de España no hubo la intención de desarrollar
el Nuevo Mundo.
España estaba viviendo un proceso complejo que la retrasó
económicamente con respecto a Inglaterra y los países Bajos. Los
judíos habían sido expulsados de España y con ellos la posibilidad del
desarrollo capitalista. 
La economía española se centró en un modelo
de acumulación sin reproducción capitalista. Mientras Inglaterra
invertía las riquezas de sus colonias en el mundo, desarrollando la
industria capitalista, España se diluía en el disfrute y el parasitismo
que impulsó a la realeza posteriormente en época de decadencia a
expedir y vender títulos nobiliarios.
La sujeción de todo el aparato de la superestructura jurídica e
ideológica del Estado español, se centró en un modelo conservador.
Los grupos dominantes estuvieron más preocupados por demostrar
su pureza de sangre que por llevar adelante un proyecto de
industrialización que hubiera hecho posible el desarrollo de una
economía capitalista productiva. El poder era tenido por los reyes y
por la iglesia, tanto la nobleza como la iglesia engendraron un modelo
de producción parasitario y una economía centrada básicamente en el
consumo.
El problema substancial para España residía en que dada su
escasa tecnología, le era imposible competir desde el punto de vista
económico con Inglaterra. Como lo dicen los historiadores clásicos, en
el comercio de ultramar, España navegaba con galeones, e Inglaterra
con barcos ligeros de mayor velocidad y eficaces para el comercio.
Los barcos españoles eran presa fácil de filibusteros y piratas.
Las disputas por el control de los territorios del ultramar era un
hecho de la cotidíanidad.
Dentro de este gran marco general de acontecimientos entre
Europa y América, España imponía sus administradores, sus
legisladores y tenían en sus manos el control del aparato político y
militar de sus colonias. Sin embargo, al lado de la administración
metropolitana se había desarrollado una clase social que era la
oligarquía, que poseía la tenencia de la tierra y que estaba obligada no
sólo a pagar altos impuestos, sino a comercializar exclusivamente con
la metrópolis.
Entre España y sus colonias se comienza a producir un roce
substancial ante la constricción que le imponían al comercio las leyes
metropolitanas. La oligarquía criolla como clase emergente necesitaba
administrar por sí misma el fruto de sus sistemas económicos y el
destino de sus países. Lo anterior provoca la ruptura entre las
metrópolis y las colonias.
América aprovecha la crisis que vive España cuando fue
invadida por Francia para declarar su independencia. Las juntas
patrióticas aparecen por doquier. Emerge una díaléctica de pugna
entre el colonizador y las élites de los países coloniales.
El pensamiento independentista estuvo centrado básicamente
en las ideas de la Ilustración. Se incorporó como elemento teórico el
pensamiento ilustrado y la idea de ciudadanía. Los criollos se
consideraron lo suficientemente fuertes como para llevar adelante la
propia administración de sus países.
Sin embargo, la ruptura del vínculo colonial fue un proceso
sangriento, que en el caso venezolano sumergió al país en años de
guerras. El pensamiento político de los criollos en Venezuela fue
representado por el Marqués del Toro, José Félix Ribas, Simón
Bolívar, Manuel Piar, Juan Germán Roscio, Los hermanos Salias y
otros. 
Es de hacer notar que a pesar de que había una base común
que era la independencia de España, el substrato filosófico no era
homogéneo para todos; mientras el Marqués del Toro y el Marqués de
la Granja aspiraban a continuar con una sociedad de castas, Bolívar,
Ribas y Vicente Salias incorporan otro tenor a la lucha por la
emancipación, esto es el justicialismo social.



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